ANARQUISMO PRACTICO
Anarquismo Práctico
Por: James Hutchings
La mayor parte del movimiento anarquista de lucha de clases se concentra en las campañas: intenta movilizar a la gente con el fin de obligar al gobierno y la clase dirigente a dar concesiones, por medio de demostraciones, etc. El anarcosindicalismo, por otra parte, se concentra en la organización industrial. Este escrito parte de la idea que ninguna de las dos estrategias está haciendo tanto como pudiera, y plantea una nueva idea:
¿Qué tal si nos concentramos en proyectos que den a la clase obrera beneficios inmediatos -por ejemplo, distribución de alimentos, centros comunitarios, okupación (housing), etc? El anarcosindicalismo trata de ofrecer al pueblo esta clase de beneficios prácticos. Su idea es que la clase obrera emplee más energía en los sindicatos que en cualquier otra clase de actividad política. Los sindicatos son, al menos potencialmente, de y para la clase obrera, y son capaces de obtener algunos logros. Esto es un hecho.
Observa una manifestación en tu ciudad. Y pregúntate: ¿son trabajadores o son estudiantes universitarios? ¿Es democrática o es manejada por sus (auto-nombrados) líderes? ¿Fue autorizada por el gobierno? Los participantes ¿deveras creen que obtendrán algún logro, o sólo están ahí para sentirse bien? Y suponiendo que ganen algo, ¿provocará eso algún beneficio tangible para el obrero promedio? Y si logra ese beneficio, ¿para quién será el mérito? ¿No será para los políticos, los trotskistas o los líderes autoproclamados? ¿Servirá para algo más que dar a los trotskistas una nueva cosecha de reclutas? ¿Puedes imaginar a cualquier persona con un empleo, con una familia, con falta de tiempo y con un montón de preocupaciones dispuesto a gastar su tiempo en esas campañas? Incluso con el lamentable estado que guarda hoy el movimiento sindical, cualquiera puede ver que el sindicalismo es algo mucho más atractivo para el trabajador promedio que meterse en estas campañas.
Y, sin embargo, se supone que los grupos anarcosindicalistas ofrecen ventajas reales, no sólo teoría. Pero el sindicalismo requiere mucha gente dispuesta a trabajar. Y estos grupos anarcosindicalistas, por lo menos en el mundo de habla inglesa, son todos muy pequeños: demasiado pequeños como para comenzar un sindicato importante o cambiar la dirección de los actuales sindicatos. De modo que no pueden hacer nada, sino hasta que sean más grandes. Por tanto, ¡sólo ofrecen teoría, no beneficios reales!
Food Not Bombs (FNB; Alimentos No Bombas) distribuye alimento vegano gratuito entre los indigentes. Muchos anarquistas de cada localidad pertenecen a FNB. A diferencia de los sindicatos, los grupos de FNB no necesitan demasiada gente. Estos grupos son totalmente independientes, aunque tienen algunos problemas semejantes. Como el nombre lo sugiere, FNB es pacifista. Su meta principal parece ser el intento de superar la llamada "violencia interior" (the violence within). Lo cual implica, de alguna manera, culpar de esa violencia al pueblo -es como decirle a la gente de la clase obrera: si fueras pacifista, no existirían las arma nucleares.
Otro problema realcionado con FNB es el de la caridad. Está claro que hay una división muy definida entre la gente que reparte los alimentos y la gente que los recibe. No parece que se dé importancia ni énfasis a la auto-organización.
Creo que podemos combinar lo mejor de ambas corrientes: por un lado, el énfasis del anarcosindicalismo en lograr beneficios para la clase obrera, con el propósito ulterior de formar uniones para la revolución; y por otro, el énfasis de FNB en proyectos que producen beneficios inmediatos y que se pueden realizar con la participación de grupos pequeños (no porque los proyectos pequeños sean mejores, sino tan sólo porque los grupos locales son tan pequeños que no se puede hacer más).
Algunos argumentos contrarios a esta idea son:
1. Necesitamos grupos más grandes. No; hay proyectos que no necesitan mucha gente. Distribuir información entre los obreros a través de publicaciones anarquistas no necesariamente requiere de muchas personas.
2. No se puede, a la vez, implicar a una comunidad entera y ser abiertamente anarquista. Esto tiene sentido, pero creo que hay una salida. Mi idea es que los grupos anarquistas inicien proyectos abiertamente anarquistas. Sin embargo, eso no impide que también ayudemos a las comunidades a establecer sus propios proyectos, siempre que sean democráticos, no proyectos de grupos caritativos o de frentes trotskistas. Algunas personas querrán unírsenos, pero la mayoría no (al menos por algún tiempo). Si los trotskistas o los cristianos intentan manipular estos grupos, diremos a la gente cómo evitar esto y cómo pararlos Si estamos promoviendo la auto-organización, y los otros grupos intentan arruinarlo (dados sus antecedentes es de suponerse que lo intentarán), es claro que nuestras ideas serán escuchadas y las suyas no . Así pues, podemos sostener grupos abiertamente anarquistas y divulgar nuestras ideas, y de esa manera implicaremos al mayor número de personas en un proyecto genuinamente democrático.
3. Las campañas pueden lograr más. Es verdad que una campaña exitosa logrará más que una pieza única de ayuda mutua. Pero no es una comparación justa. Por ejemplo, el FNB de Melbourne realiza cinco eventos por semana. ¿Cuántos grupos pueden realizar cinco campañas exitosas en un año? Y suponiendo que lo logren, suponiendo que nadie tomara para sí el mérito, ¿qué garantiza que sus logros no serán derribados tan pronto cese la propaganda? Nada lo garantiza. Incluso campañas muy exitosas, como la campaña del Poll Tax en Gran Bretaña, no parece que hayan ayudado mucho a largo plazo al movimiento anarquista.
4. Ello sería abandonar la lucha de clases. Si un proyecto de ayuda mutua llega a tener un éxito claro (y el caso de FNB muestra que eso es posible), tres cosas podrían suceder. El gobierno podría ignorarlo, en cuyo caso podremos difundir nuestras ideas y ganar respeto. O el gobierno podría pararlo o prohibirlo. El gobierno puede romper una demostración y afirmar que los manifestantes eran "violentos", o que estaban "fuera de control", etc. Pero si hiciera eso a un proyecto de ayuda mutua, nadie le creería a ese gobierno. O podría tratar de pararlo y fallar en su intento -lo mejor que podría pasarnos. En ese caso los proyectos exitosos de ayuda mutua podrían generar campañas, campañas donde el pueblo estaría junto a los anarquistas.
5. Ello sería dar al gobierno una excusa para eliminar algunos servicios. El gobierno no va a permitir que los anarquistas sean quienes controlen y den los servicios. Ello sería dejar que los anarquistas envíen al pueblo un mensaje, un mensaje que diría: las comunidades pueden sobrevivir sin gobiernos, los anarquistas piensan en el pueblo, los gobiernos no. No; el gobierno es malo, pero no estúpido.
Nota final.- Me encantaría perder esta discusión. Me encantaría encontrar a alguien que me dijera: "la ayuda mutua es mucho mejor que lo que tenemos hoy, pero tal-y-tal es aún mejor". Sin embargo, no es así. El anarquismo tiene que cambiar -¿100 años no son suficientes para someter a prueba una teoría? Las circunstancias son hoy en día favorables al anarquismo. El leninismo se ha colapsado, el capitalismo no libera a los pueblos, y los anarquistas tenemos grupos por todo el mundo, grupos que, aunque pequeños, son suficientemente grandes para poner en práctica estas ideas. Podemos hacerlo hoy... o esperar otro siglo.
James Hutchings (Sydney, Australia)
versión en inglés en:
http://www.practicalanarchy.org/hutch.html
(trad. willi@m)
0 comentarios